La Navaja de Ockham
La metáfora que se convirtió en herramienta

Por: Roberto Salazar M.
Cuando estás empujando un proyecto, la reacción más común es sumar cosas: Campaña en redes, un par de exteriores, impulsos en el punto de venta, algo de radio, banners y quizás un influencer que si no ayuda tampoco estorba.
Todo con buena intención: conseguir resultados.
Pero el problema no es sumar.
El problema es acumular sin claridad.
Porque entre tantos frentes abiertos, cualquier pequeño cambio —un ajuste en el mensaje, una oferta distinta, un precio mal entendido— tiene repercusiones en todas partes.
Y cuando las cosas no funcionan, sabes que hay un problema… pero no sabes dónde.
Ahí es cuando entra en juego la Navaja de Ockham.
Guillermo de Ockham, un filósofo del siglo XIV, propuso un principio tan útil que todavía debería estar pegado en oficinas de marketing:
“La explicación más simple suele ser la correcta.”
Y sí, así como lo usó para “rasurarle las barbas a Platón” —que atribuía muchas cosas al mundo de las ideas—, nosotros lo podemos usar para cortar capas de complejidad innecesaria en una campaña.
Porque cuando un proyecto no avanza, lo más común es culpar al algoritmo.
Decir que el alcance está raro.
Que tal vez la pauta fue poca.
Que hace falta sumar otra red.
Que el cliente no entendió.
Pero antes de todo eso, hay que hacer lo que casi nadie quiere hacer: volver al origen.
Preguntarse cosas simples: ¿La propuesta de valor es clara? ¿El precio tiene sentido para el público que quiero? ¿El mensaje conecta o solo suena bonito? ¿Estoy diciendo algo que alguien realmente quiere escuchar?
Porque si la respuesta es que el cliente dice “está caro”…
o que “no entendí bien qué hacen”… eso no lo arregla ni el algoritmo, ni los medios, ni una sesión de branding con Seth Godin.
Y no es que esos recursos estén mal. Es que tienen que llegar después, no antes.
Primero se resuelve lo simple.
Luego, si hace falta, se agregan capas de complejidad.
La Navaja de Ockham no es solo una metáfora simpática, es una herramienta para evitar que las campañas se llenen de adornos cuando lo que falta es sustancia.
Y no, no es culpa del algoritmo.
Todo con buena intención: conseguir resultados.
Pero el problema no es sumar.
El problema es acumular sin claridad.
Porque entre tantos frentes abiertos, cualquier pequeño cambio —un ajuste en el mensaje, una oferta distinta, un precio mal entendido— tiene repercusiones en todas partes.
Y cuando las cosas no funcionan, sabes que hay un problema… pero no sabes dónde.
Ahí es cuando entra en juego la Navaja de Ockham.
Guillermo de Ockham, un filósofo del siglo XIV, propuso un principio tan útil que todavía debería estar pegado en oficinas de marketing:
“La explicación más simple suele ser la correcta.”
Y sí, así como lo usó para “rasurarle las barbas a Platón” —que atribuía muchas cosas al mundo de las ideas—, nosotros lo podemos usar para cortar capas de complejidad innecesaria en una campaña.
Porque cuando un proyecto no avanza, lo más común es culpar al algoritmo.
Decir que el alcance está raro.
Que tal vez la pauta fue poca.
Que hace falta sumar otra red.
Que el cliente no entendió.
Pero antes de todo eso, hay que hacer lo que casi nadie quiere hacer: volver al origen.
Preguntarse cosas simples: ¿La propuesta de valor es clara? ¿El precio tiene sentido para el público que quiero? ¿El mensaje conecta o solo suena bonito? ¿Estoy diciendo algo que alguien realmente quiere escuchar?
Porque si la respuesta es que el cliente dice “está caro”…
o que “no entendí bien qué hacen”… eso no lo arregla ni el algoritmo, ni los medios, ni una sesión de branding con Seth Godin.
Y no es que esos recursos estén mal. Es que tienen que llegar después, no antes.
Primero se resuelve lo simple.
Luego, si hace falta, se agregan capas de complejidad.
La Navaja de Ockham no es solo una metáfora simpática, es una herramienta para evitar que las campañas se llenen de adornos cuando lo que falta es sustancia.
Y no, no es culpa del algoritmo.
Soy Roberto Salazar.
Publicista y profesor universitario.
Aquí comparto historias que me ayudan a comprender nuestra interacción en las complejidades del mercado actual, porque mi trabajo es ayudar a personas a lograr más, contando mejor lo que hacen.
Si crees que puedo ayudarte en algo, manda un mensaje o sígueme en la red social de tu preferencia.