Tortillas con frijoles
La lección más productiva

Por: Roberto Salazar M.
“Tortillas con frijoles, Roberto… Tortillas con frijoles y mi papá se hizo rico.”
Esto no era ningún secreto, pero nunca me lo habían dicho con tanta claridad.
La frase salió de uno de los miembros de la familia Borquez, de Tijuana, propietarios de lo que hoy es una cadena de comida rápida llamada Burritos Bol Corona.
Fue en 2010, cuando muy pocos despachos trabajábamos con redes sociales. Se iba a lanzar un proyecto nuevo, pero a diferencia de otros, esta vez decidieron empezar con una marca nativa del mundo digital.
La experiencia ya se los había enseñado: Tortillas con frijoles se convierten en Bol Corona gracias a la marca.
Y sí, claro: materia prima, receta, procesos, control de calidad… todo suma.
Pero el salto de valor no está solo en los ingredientes, sino en el lugar que esa combinación ocupa en la mente del consumidor.
Porque frijoles tiene cualquiera.
Y si algo une a este país dividido es que todos creemos que los mejores frijoles son los de mi mamá.
Así que no se trata solo de hacer burritos, se trata de hacer que esos burritos signifiquen algo.
Ese intangible que llamamos marca es lo que transforma la receta común en una experiencia recordable.
Y el nombre no solo identifica. Posiciona.
Años después, vinicultores de Valle de Guadalupe me contaban otra cara de la misma moneda:
“Hoy todo mundo hace vino. El problema es venderlo.”
Y es que ahí está el punto: El posicionamiento no es un lujo, es un salvavidas.
Cuando hay dos opciones aparentemente iguales, y ninguna nos importa más que la otra, lo único que puede inclinar la balanza es el precio.
Y cuando eso pasa, empieza la guerra.
Primero por pesos, luego por centavos y al final por sobrevivir.
Una guerra donde pierde el que baja primero… y también el que baja después.
Esto no era ningún secreto, pero nunca me lo habían dicho con tanta claridad.
La frase salió de uno de los miembros de la familia Borquez, de Tijuana, propietarios de lo que hoy es una cadena de comida rápida llamada Burritos Bol Corona.
Fue en 2010, cuando muy pocos despachos trabajábamos con redes sociales. Se iba a lanzar un proyecto nuevo, pero a diferencia de otros, esta vez decidieron empezar con una marca nativa del mundo digital.
La experiencia ya se los había enseñado: Tortillas con frijoles se convierten en Bol Corona gracias a la marca.
Y sí, claro: materia prima, receta, procesos, control de calidad… todo suma.
Pero el salto de valor no está solo en los ingredientes, sino en el lugar que esa combinación ocupa en la mente del consumidor.
Porque frijoles tiene cualquiera.
Y si algo une a este país dividido es que todos creemos que los mejores frijoles son los de mi mamá.
Así que no se trata solo de hacer burritos, se trata de hacer que esos burritos signifiquen algo.
Ese intangible que llamamos marca es lo que transforma la receta común en una experiencia recordable.
Y el nombre no solo identifica. Posiciona.
Años después, vinicultores de Valle de Guadalupe me contaban otra cara de la misma moneda:
“Hoy todo mundo hace vino. El problema es venderlo.”
Y es que ahí está el punto: El posicionamiento no es un lujo, es un salvavidas.
Cuando hay dos opciones aparentemente iguales, y ninguna nos importa más que la otra, lo único que puede inclinar la balanza es el precio.
Y cuando eso pasa, empieza la guerra.
Primero por pesos, luego por centavos y al final por sobrevivir.
Una guerra donde pierde el que baja primero… y también el que baja después.
Soy Roberto Salazar.
Publicista y profesor universitario.
Aquí comparto historias que me ayudan a comprender nuestra interacción en las complejidades del mercado actual, porque mi trabajo es ayudar a personas a lograr más, contando mejor lo que hacen.
Si crees que puedo ayudarte en algo, manda un mensaje o sígueme en la red social de tu preferencia.